Clave 26 / Ley de Aguas de Sonora: rehén de grupos
La propuesta para reformar la Ley de Aguas del Estado de Sonora nació con un objetivo simple: incorporar el Plan Hídrico como instrumento de planeación para ordenar un sistema sin rumbo. No es una ley para construir presas; No autoriza obras; No define el destino de un solo vaso de agua. Se limita a planear, pero ahora es rehén de un grupo que gana al mantener vivo un conflicto.
La propuesta que llevó al pleno el diputado Omar del Valle Colosio se limita —paradójicamente— a lo que necesita el Rio Sonora: Ordenamiento a largo plazo. Pero todo esto quedó sepultado por un grupo de manifestantes en el Congreso bajo una sola consigna: “No a las presas”. Lo llamativo no es la protesta —legítima en cualquier caso—, sino el hecho de que ninguno de los inconformes quiso leer, discutir o considerar el contenido real de la iniciativa. Su petición única fue tajante: desechar el proyecto. No modificarlo, no mejorarlo, no analizarlo. Desecharlo.
La reunión presidida por un diputado Del Valle Colosio, que se limitó a absorber quejas, gritos, sinsentidos y amenazas, reveló algo más profundo: una confusión peligrosa entre participación ciudadana y veto político. Algunos manifestantes cuestionaron al legislador cómo era posible presentar una propuesta sin antes haber visitado el Río Sonora para consultarles, como si la democracia consistiera en someter cada decisión técnica a una asamblea improvisada. Esa exigencia exhibe una contradicción elemental: los mismos ciudadanos que copiosamente votaron por sus representantes —precisamente para que tomen este tipo de decisiones complejas— ahora les niegan la capacidad de ejercer el mandato que les otorgaron en las urnas.
Bajo el disfraz de víctimas, estos colectivos se asumen como la voz legítima del pueblo y cualquier acto de gobierno que no les favorezca debe ser anulado.
Así, una reforma diseñada para fortalecer la planeación pública terminó capturada por consignas prefabricadas y renuencia absoluta al diálogo. Esto invita a la suspicacia política.
“Si votan la reforma, vamos a bloquear”. Este es el problema de fondo. Si cada esfuerzo por planear a largo plazo es recibido como una amenaza, Sonora quedará atrapada sin obras, sin visión, sin preparación ante la sequía y sin capacidad de ordenar el uso del agua.
Todos tienen derecho a protestar, pero no a imponer un veto irracional. Si se desea proteger el agua, el camino no es bloquear la planeación, sino enriquecerla. Cuando el agua se convierte en rehén de la política, no gana la ciudadanía ni el medio ambiente. Pierde Sonora.
Fuente:
El sol de hermosillo
No hay comentarios.